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“El árbol de la Libertad”, la historia del primer matrimonio civil del país

El domingo 21 de julio, el grupo de teatro “Descendientes” estrenó la obra “El árbol de la libertad“. La historia comenzó a narrarse en la parte baja de Plaza San Martín y culminó en el lado oeste de la misma, sobre calle Sarmiento.

Bajo la dirección de Roberto Massi, el grupo cuenta la historia de amor entre Alois Tabernig y Magdalena Moritz; un austriaco que llegó a Esperanza en 1864 y una joven esperancina 18 años menor que él. Pero el inconveniente no era la diferencia de edad, sino sus religiones: él católico, ella protestante

En una época en que registro de las uniones maritales era llevado exclusivamente por las iglesias, esa diferencia era insalvable; ya que no podían casarse ni en una ni en otra, pese a que en la colonia se profesaban ambas.

Los enamorados encontraron la forma de unirse en matrimonio ante sus seres queridos y la comunidad. Esa es historia de amor, perseverancia y libertad que cuenta la obra

De la iniciativa, además del grupo teatral “Descendientes”, participaron la Asociación Alemana, la Agrupación Coral Esperanza, el grupo de cuerdas “De la cabeza”, bailarines del grupo “La Baguala”, los cantantes de la ciudad de Paraná, Liliana Monai y César Spais, y la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Esperanza.

Los hechos

Alois Tabernig nació en Austria en 1829 y llegó a la Argentina en 1860. Después de una estadía corta en la ciudad de Buenos Aires, se radicó en Rosario, pero atraído por el empuje que comenzaba a mostrar la Colonia Esperanza, se trasladó hacia estos pagos en 1864 y abrió una herrería

En su país natal, Alois se había casado y tenido tres hijas: Regina, Magdalena y Catalina. Su esposa falleció y él debió quedar a cargo de las niñas.

Una segunda oportunidad

Alois, católico practicante, conoció en Esperanza a una joven protestante, Magdalena Moritz, 18 años menor que él. Se enamoraron y al poco tiempo, él le propuso matrimonio; algo imposible en la época debido a sus diferentes religiones. No existían ni el Registro ni el Código Civil

“Corría el año 1867. Relata un periódico que el cura se opuso a celebrar el matrimonio alegando ser la novia protestante y declarando que los casaría únicamente si la misma abjuraba su fe. Sin embargo, otra versión indica que el motivo del párroco era de índole personal. Algunos de los colonos que iban a misa los domingos a la iglesia frente a la plaza, dejaban sus arados y sus herramientas necesitados de reparación en la herrería de Alois, frente al templo, mientras asistían al servicio religioso. Los martillazos incesantes de Tabernig sobre el yunque ponían fuera de sí al sacerdote que estaba celebrando la misa y, por lo tanto, se habían enfriado las relaciones. En vano fueron los ruegos del novio y la intervención de otros vecinos en favor de Alois, quien por su inteligencia como fabricante de arados y por su carácter jovial, era muy querido por sus vecinos”, cuenta José Luis Iñiguez, del Centro de Estudios Históricos de Las Colonias

Ante esta situación que parecía no tener una resolución favorable, Alois recordó una vieja tradición alemana y con permiso de la Municipalidad plantó un árbol muy alto, equidistante de las Iglesias Católica y Protestante del pueblo, donde colgó un letrero que decía: “Árbol de la Libertad”. Después, de acuerdo con los padres de Magdalena Moritz, notificó a todos los vecinos de Esperanza, invitándolos a reunirse el domingo a la tarde en la plaza donde se tratarían importantes asuntos para la colonia.

“A las cinco y media de la tarde apareció Luis, el novio, con traje dominguero, llevando a la novia fuertemente del brazo. Se acercó al árbol, se subió a un banco y contó las causas por las cuales no los dejaban casar. Ante ello, pidió a los presentes que fueran sus testigos para tomar como esposa a Magdalena, asegurando que los hijos que nacieran serían considerados legítimos y reservándose el derecho de celebrar en la iglesia el acto, tan pronto como lo permitiese el señor cura”, explica la tradición contada de generación en generación.

¿Cómo se resolvió la situación?

El amor se había impuesto a los impedimentos, pero no a la religión. Al día siguiente, el cura se presentó en la casa de los novios para notificarles que estaban en pecado, ya que el matrimonio no tenía validez. Alois, que tenía muy en claro que su decisión ya no tenía marcha atrás, le dijo: “Padre: no trate de enemistarme con mi esposa ya que para mí la familia es lo más importante”. Finalmente, el Obispo de Paraná debió reconocer al matrimonio y tiempo después la pareja se casó en la Iglesia de Esperanza.

Con Magdalena Moritz, Alois tuvo tres hijas mujeres y tres hijos varones. Ella falleció en 1917 y él en 1920. Sus restos descansan en el cementerio Municipal de Esperanza.

Seguramente Alois no habría imaginado que una calle de la Ciudad de Esperanza llevaría su nombre, ni mucho menos que el Museo de la Colonización de la ciudad le dedicaría un espacio preferencial donde se pueden ver retratos de los protagonistas de este antecedente del matrimonio civil, el chal que utilizó la joven y un juego de living que les perteneció.

 

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